domingo, 23 de mayo de 2010

Pamplinas variadas


Me dijo un dominicano, con ilusión y tristeza, que en el palacio nacional se hayan enterrados todos los héroes de la patria. Allá mismo, junto a los restos, permanecen intactas varias tumbas vacías. El motivo es claro, “aún quedan héroes por venir”.

Aunque como él comentaba: los que dicen ahora ser superhombres lo único que buscan es llenarse los bolsillos de dinero. Y luego, “si te he visto… no me acuerdo”.

Si fuese tú, compañero, sellaría y cerraría cada uno de los nichos de esa sala, pues a quienes aguardas jamás descansarán rodeados de gloria.

¿Acaso William Wallace buscó la paz tras gritar libertad? Su cuerpo fue degollado y colgado sin sepultura por distintos rincones del Reino Unido.

El Che, por su parte, no tiene restos ni enclave donde adorarle. Sólo permanece vivo el afán de muchos por arrebatarle el mérito que consiguió en su lucha. Poco le interesó el sitio donde descansaría -para siempre- cuando cargó su fusil camino de Bolivia.

Milicianos anónimos que comparten fosas comunes, abuelos que no aceptaban ser dominados por un sistema dictatorial.
Proscritos del 68, los cuales afirmaban que bajo los adoquines encontraríamos arena de playa. Poetas y escritores que pasaron entre rejas los últimos días de su vida, sin musa a la que evocar ni inspiración que explotar.

Por ello, precisamente, son definidos con el nombre de héroe. No buscan la eternidad, sino actuar conforme a su conciencia, recibiendo a cambio el orgullo de poder dormir sin desazón cuando cae la noche.

Entretanto y mientras llegan, pues seguro que vendrán, nos queda tu palabra, mi pluma y su grito para combatir a los gringos, la injusticia y la opresión.

Tu palabra, mi pluma y su grito… que no es poco compañero.