domingo, 29 de noviembre de 2009

Un corral para los jóvenes


Otro domingo más la historia se repite. En las páginas locales vuelven a leerse titulares informando sobre una monumental pelea en la Punta San Felipe, zona de fiesta en la capital gaditana. Sucesos que acontecen sábado tras sábado, que se incrementa en las fiestas y para los que no se busca solución.
Con la ley antibotellón agravaron un problema que –en principio- quisieron ocultar. Echaron sin consultar a los jóvenes que se decantaban por las plazas y los lugares del centro de la ciudad para pasar el rato. Optando los dirigentes como salida por un rincón sin luz, limpieza ni seguridad, la mencionada Punta de San Felipe. Un enclave que se divide en dos: en la zona inferior una fila de pubs que, quizás, podrían ser calificados de forma más apropiadas como antros. En la superior “un lugar de ocio” que la alcaldesa, Teófila Martínez, bautizó con el nombre de “botellódromo”, curioso título para un corral de chavales.
En la maqueta presentada se observaba una barra con música, un entorno luminoso y limpio donde, supuestamente, colocarían un escenario para que se llevaran a cabo conciertos en directo. La realidad, en cambio, dicta mucho de lo prometido. Botellas rotas que se acumulan cada fin de semana acompañan a un suelo donde las lozas comienzan a romperse.
Innumerables broncas, e incluso asesinatos, acumula este espacio de fiesta. Mientras, el Equipo de Gobierno intenta solventar el escollo cambiando los dueños y locales de la Punta, así como reduciendo una hora el horario de apertura. Solución tan escasa como las alternativas que puede encontrar un gaditano de entre 17 y 25 años un sábado por la noche.
La culpa, como es costumbre, es achacada a los jóvenes en general, pues al parecer todos van allí a drogarse, emborracharse y terminar a puñetazos con el primero que encuentren. Afirmación muy contradictoria al tratar lo que ocurrió con Francisco Gamboa, universitario de 23 años que fue asesinado tras intentar evitar una pelea. Gamboa no estaba drogado, sólo pasó por el lugar equivocado en el momento inadecuado. Y tan equivocado era el lugar y tan inadecuado el momento que ni siquiera había un policía para solventar el accidente.
Así se suceden las noches que alcanzan al día en el corral de San Felipe. Con menores de edad aguantando un vaso y optando por esa salida ante la ausencia de opciones, con un cuerpo Nacional que se decanta por la zona inferior eludiendo el botellódromo y con un Ayuntamiento que da la espalda a Cádiz cuando se aleja el verano, implantando cualquier actividad lúdica en el periodo estival, pues así luce más la tacita para los turistas.
Dónde quedan ahora los conciertos gratuitos, el cine sin entradas o los maratones de fútbol sala en los pabellones, dónde están las promesas realizadas en las elecciones. Todo se fue junto a la libertad de poder brindar en la calle.

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