martes, 5 de enero de 2010

Atravesando las olas



Sólo 20 horas. No pudo estar con Cádiz más tiempo su amigo. El mundo le esperaba, como es costumbre en él, desde que fue bautizado en esta orilla del Atlántico. Desplegando sus velas el buque Juan Sebastián Elcano se despedía de su tierra, poniendo rumbo, en su LXXXI crucero de instrucción, a los más recónditos confines del planeta.
Antes quiso regalar a los gaditanos una estampa que no tiene precio. Sus velas, acariciadas y movidas por la brisa, se mezclaban con la catedral y el muelle de fondo. Una imagen bañada por el mar y que tenía como testigos a cien gaviotas que volaban a su vera.
“Hombres llorando como hombres”, escribía Pedro Manuel Espinosa para describir su despedida. Entretanto, la diosa Minerva, plasmada en el mascarón de proa, atravesaba las olas camino al mar abierto. Así fue, como es costumbre, de emotiva su partida. No merece menos el mayor embajador que tiene la ciudad.
Su visita tuvo como destino la isla de San Fernando. Un modo digno de recordar el Bicentenario de Las Cortes, que tuvo su nacimiento en la Isla de León. Merecedora compañía para el pueblo isleño que tiene –de este modo- un respiro ante la corrupción política que le azota.
Aunque mis palabras hoy quieren obviar a los ediles. Evitando tratar el oportunismo de los dirigentes ante un evento de estas características, en los cuales nunca faltan las fotografías de rigor y los tópicos que ya suenan a rancio.
La presencia del navío será disfrutada ahora por enclaves como Río de Janeiro, para posteriormente navegar hasta Montevideo (Uruguay) y Buenos Aires (Argentina), cruzará el estrecho de Magallanes para hacer escala en los puertos de Punta Arenas y Valparaíso (Chile), El Callao (Perú), Guayaquil (Ecuador), y de vuelta a España visitará Charleston y Boston (Estados Unidos) y la Escuela Naval de Marín, en Pontevedra.

Un trazado de instrucción no muy diferente al que el marino guipuzcoano tuvo que capitanear en el siglo XVI tras la muerte de Magallanes, hazaña que merece el nombre de un bergantín, así como el escrito que portan sus maderas: Primus Circumdedisti Me (Fuiste el primero en circunnavegarme).
Y mientras que el barco que tiene por nombre a aquel que circunnavegó los mares se alejaba de la tierra que lo vio nacer, el puente Carranza se abría en forma de reverencia y respeto. Las cañas de los pescadores se paralizaban por la belleza y Cádiz, que no destaca por su riqueza, pudo presumir que -una vez más- regalaba al mundo una de las más bonitas imágenes que pudo contemplar jamás cualquier persona.
Tragando saliva y en silencio volverá la ciudad a la monotonía de sus dificultades, pendiente siempre del viento que traiga consigo a su amigo.

1 comentario:

  1. Este artículo, en general, me parece genial, ya que en cada uno de sus comentarios refleja los puntos más característicos de la "tacita de plata". El periodista ha sabido explicar con mucha exactitud la vida, costumbres, fiestas, tradición, etc, así como los problemas que presenta esta ciudad andaluza. Lo que más me ha gustado es que he percibido que cada uno de estos artículos denota un gran sentimiento por cada uno de los puntos de esta ciudad. Me despido hasta un nuevo y sorprendente comentario. Un saludo.

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